Las manifestaciones rupestres conectan a las personas con las culturas del pasado y con el entorno natural en el que se ubican. El patrimonio arqueológico representa una herencia cultural de toda la humanidad de gran valor, este es apropiado por las poblaciones actuales para dar sentido a su identidad.

Numerosos estudios han demostrado que la visita de los sitios de arte rupestre generan experiencias únicas y una mejora en el bienestar personal, que se evidencia incluso en una reducción de los niveles de estrés en sus visitantes, beneficiando su salud mental y física.

El turismo genera una oportunidad de desarrollo económico para la zona y para el país, que de ser llevado a cabo de forma responsable, ayuda a la difusión del conocimiento sobre las sociedades prehispánicas y a enriquecer en este sentido el bagaje cultural de la población.